
Las brujas, desde siempre, han aparecido en la tradición oral y las leyendas de la cultura popular. Son un personaje arquetípico presente en mitologías y textos antiguos. Despertaban recelo y miedo en cualquier parte, y durante siglos se las persiguió.
La literatura también se hizo eco de esos rasgos esotéricos y diabólicos. Podemos verlo en los primeros cuentos clásicos para niños de Perrault, los Hermanos Grimm o Hans Christian Andersen, en los que la presencia de una bruja no auguraba nada bueno. Sin embargo, es curioso advertir cómo esa visión ha ido variando en las últimas décadas, casi de la mano con los logros y avances de la mujer en la sociedad. Las brujas literarias han pasado de provocar terror y servir de ejemplo para los malos comportamientos, a convertirse en personajes simpáticos, solidarios e incluso entrañables. La magia ya no se utiliza para hacer el mal, sino para ayudar a los protagonistas de las historias infantiles.
Tipos de brujas
Podemos distinguir entre brujas tradicionales (malvadas y deformes) y brujas modernas (afables y humanizadas). Las primeras usan la magia negra con ayuda de fuerzas malignas, mientras que las segundas se valen de la magia blanca, gracias a elementos de la naturaleza, para conseguir sus objetivos. Ambas tienen conocimientos arcaicos, el don de la profecía y una fina intuición. Otros atributos especiales son objetos mágicos o animales que suelen acompañarlas: la escoba voladora, el sombrero puntiagudo, amuletos, hierbas medicinales, el gato negro, la lechuza, el cuervo o el sapo.
Encuéntralas en la siguiente selección de lecturas brujeriles para todas las edades:
Las brujas infantiles modernas son cómicas y desenfadadas, ya no dan miedo, sino todo lo contrario. Una veces, porque son tan torpes que no consiguen sus propósitos malignos. Otras, porque utilizan sus poderes mágicos para cumplir deseos y hacer el bien.