
Las emociones nos acompañan allá donde vamos. Alegría, tristeza, enfado, miedo, empatía… No hay duda, somos seres emocionales que sienten y, casi siempre, actuamos en concordancia a esos sentimientos. Nuestros niños, también; aunque ellos deben aprender desde pequeñitos a reconocer cada emoción, identificarla en sí mismos y en los demás, comprenderla y manejarla.
En este fascinante viaje de descubrimientos, la literatura infantil es el amigo ideal para educar en emociones desde los primeros años de vida. Los personajes de libro muestran los distintos estados emocionales en los que el niño se ve reflejado. Así, aprende a reconocerlos, reflexiona sobre sus causas y consecuencias y desarrolla capacidades adecuadas para una gestión emocional beneficiosa en lo personal y en lo social.
En este artículo vamos a hablarte de…
- Ideas para sacar partido a la lectura en la gestión de emociones.
- Consejos y lecturas para tratar los celos infantiles.
- Estrategias y lecturas para ayudarles con el enfado.
- Pautas y lecturas para trabajar la tolerancia a la frustración.
1. Ideas para sacar partido a la lectura en la gestión de emociones
Cuando vayáis a leer un libro en casa o en el cole para trabajar emociones, ten en cuenta los siguientes consejos para aprovechar la experiencia al máximo:
- Lee haciendo énfasis en los sentimientos de los personajes: cuando leas en voz alta, imita las carcajadas o el llanto, haz gestos de miedo o sube el tono de voz para encarnar el enfado de los personajes…
- Comenta la lectura empezando por cuestiones fáciles que abran la conversación: ¿Qué personaje te ha gustado más? ¿Con cuál te identificas? ¿Te ha pasado o has sentido algo parecido a lo que le sucede al protagonista?
- Habla del libro con entusiasmo y con un vocabulario emocional: comparte las escenas que más te han gustado, qué personajes te caen bien y cuáles no, qué situaciones expone, qué conflictos emocionales describe…
- Escucha todo lo que el lector tiene que decir. Toda idea es válida y ofrece información sobre el niño, no solo del grado de comprensión lectora que tiene, sino también de su aptitud para identificar emociones y conflictos interpersonales.
- Profundiza en las causas que provocaron situaciones problemáticas o dolorosas entre los personajes, así como en las consecuencias de sus actos.
- Buscad juntos soluciones alternativas a las que se ofrecen en el texto para resolver los problemas y gestionar las emociones con ejemplos de la vida cotidiana.
- Reconduce la conversación según las respuestas o intereses detectados. Un buen libro da lugar a discutir variedad de temas y situaciones personales sin necesidad de utilizar la primera persona. Hazlo a través de los personajes y sucesos de la historia.
- Indaga, muestra interés y respeta las preferencias y gustos literarios de tu hijo o alumno. Te permitirá acercarte a su mundo interior, reforzar el vínculo afectivo y acertar a la hora de escoger temas de conversación, recomendar un libro nuevo o elegir un regalo.
Lecturas para educar en emociones (De 0 a 12 años)
2. Consejos y lecturas para tratar los celos infantiles
La mayoría de los niños sufren celos ante la llegada de un nuevo hermanito al hogar. Es una reacción normal que no debe alarmarnos, aunque de la familia depende ayudarles a superar esta fase para que no se hagan crónicos.
Los celos son sentimientos de envidia y resentimiento contra alguien que creemos ocupa nuestro lugar junto a personas que queremos. En realidad, son un síntoma del miedo a perder aquello que amamos. Durante la infancia, son habituales entre hermanos, aunque también hay celos entre amigos y, a partir de la adolescencia, aparecen en las primeras relaciones sentimentales. Superarlos, nos ayuda a madurar y a fortalecer la autoestima.
Consejos para ayudarles a superar los celos
- Más vale prevenir: ante la llegada de un nuevo miembro a la familia es necesaria la mentalización. Cuéntale lo que va a suceder, comparte los cambios durante el embarazo, muéstrale fotos y vídeos de cuando nació... En definitiva, hazle partícipe de la experiencia para que también se sienta protagonista como hermano mayor.
- Mantener rutinas: en lo posible, respeta sus horarios para las comidas, el baño, el paseo, el descanso…
- Fomentar la responsabilidad y la autoconfianza: deja que tome decisiones y colabore con respecto a su nuevo hermanito. Por ejemplo, puede elegir adornos y juguetes para su habitación; ayudar con el bebé en tareas sencillas como preparar el baño, traer el biberón, entretener con canciones y juegos… ¡Y felicítale por ello! Estos detalles cotidianos harán que se sienta útil y responsable, además de reforzar la confianza en sí mismo y su autoestima.
- Dedicar tiempo y atención: no debemos relegar al mayor por mucho tiempo que absorba el bebé. Merece parte de tu atención para hablar, jugar, hacer los deberes, leer un cuento, salir a la calle, etc., así como ratos íntimos sin la presencia del más pequeño.
- No hacer comparaciones de ningún tipo entre uno y otro.
- Compartir nuestros estados de ánimo y atender a los suyos con tolerancia y afecto.
- Reforzar conductas positivas y educar en valores como la generosidad, la empatía y la solidaridad.
Lecturas contra los celos infantiles
Todos nos enfadamos alguna vez; los niños, también. La rabia es una emoción que experimentamos cuando creemos que se nos trata injustamente. En realidad, es un mecanismo de defensa que nos reafirma para que nadie se aproveche de nosotros. El problema no es enfadarse, sino cómo se maneja la ira y sus consecuencias en el comportamiento, especialmente entre niños y adolescentes, los cuales no saben aún cómo gestionar tal emoción. Por ello, es necesario poner límites y enseñar cómo resolver los conflictos que se presenten sin caer en agresiones físicas o verbales.
El enfado puede tener un origen interno (preocupación, frustración, vergüenza, tristeza…) o un origen externo como respuesta a la acción de alguien en contra. Desde la primera infancia, los niños necesitan aprender a controlar sus impulsos cuando se enfadan y a canalizar la rabia. Esto se consigue principalmente a través del lenguaje, verbalizando lo que sienten. Según crecen, les será más fácil al adquirir empatía y entender cómo se sienten los demás en situaciones similares, además de trabajar la tolerancia a la frustración, ya que la baja tolerancia lleva asociada la falta de control de las emociones y la impulsividad.
Estrategias frente al enfado
- DAR EJEMPLO: Los padres son el espejo en el que los más pequeños se miran. Si solucionan los conflictos de manera controlada y empática, estarán enseñando el camino a seguir.
- ESCUCHAR para ayudar.
- VALIDACIÓN: Pon nombre a su emoción junto a la causa, si se sabe: «Estás enfadado porque…». Esto le ayudará a identificar lo que le pasa y tomar conciencia del motivo.
- EMPATÍA: El enfado no puede impedirse, es algo natural. Debemos aceptarlo y respetarlo, a la vez que compartimos también nuestros sentimientos.
- PONER LÍMITES: La emoción del enfado es aceptable, pero un comportamiento agresivo verbal o físico, no.
- REFORZAR LA AUTOESTIMA: Valora su esfuerzo y sus logros del día a día y felicítale por ellos, especialmente cuando se trata de contener la rabia.
- BUENOS HÁBITOS: Un niño feliz necesita buenos hábitos frente al estrés: dormir bien, buena alimentación, hacer deporte, adquirir aficiones, jugar, leer, escuchar música, etc.
2 actividades para enseñar el autocontrol
- EL SEMÁFORO. Le contamos qué es el autocontrol, por ejemplo, no enfadarse cuando apagamos la tele o la consola. Propón un juego para medir su autocontrol fabricando un semáforo con cartulina. Cuando lo haya acabado, explícale el significado de cada color y cómo van a medir su comportamiento. Cuando señalemos la luz roja significa que está fuera de control por la rabia y debe parar. La luz amarilla le indicará que ha de pensar qué sucede, por qué se siente así y cómo superarlo. Por último, la luz verde dirá que, tras parar y pensar, puede expresarse sin perder el control.
- EL GLOBO: Usamos como analogía un globo que se infla más y más al enfadarnos. Le hacemos ver que si seguimos soplando, el globo acabará por explotar y no queremos eso. Por eso, debe aprender a darse cuenta cuándo está a punto de explotar y controlarse. ¿Cómo? Por ejemplo, con respiraciones profundas.
Una buena historia también sirve para aprender a canalizar el enfado en niños. ¡No te pierdas nuestras recomendaciones!
Lecturas sobre el enfado
4. Pautas y lecturas para trabajar la tolerancia a la frustración
La frustración es una de tantas piedras que encontramos en el camino de la vida. Por eso es importante preparar a nuestros hijos para tratar con ella y así evitar otras emociones y comportamientos indeseados.
Qué es la frustración y cómo nos afecta
La frustración aparece cuando queremos algo y no lo conseguimos, ya sea comer, un juguete, atención o afecto. Los bebés tienen necesidades básicas de supervivencia, pero, según crecen, las demandas de los niños se vuelven más complejas. Cuando sus deseos no se cumplen, suelen reaccionar de forma exagerada con enfado o ansiedad, lo que se conoce comúnmente como rabieta. Si estas emociones negativas persisten en el tiempo, según crezca no sabrá lidiar con ellas y los comportamientos serán cada vez más extremos (ataques de ira, incomunicación, depresión, adicciones…). Debemos tener claro que el problema no está en las situaciones que provocan la frustración, las cuales van a existir siempre, sino en la forma en que el niño las maneja y es capaz de sobreponerse al malestar emocional que producen.
Se conoce como baja tolerancia a la frustración a la falta de control de las emociones cuando una expectativa no se cumple. Podemos reconocerla por los siguientes rasgos:
- Son niños exigentes, impulsivos e impacientes.
- Necesitan satisfacer sus necesidades de forma inmediata y se irritan mucho si algo o alguien se lo impide.
- Tienen problemas para expresar y manejar sus emociones.
- Son inconstantes y pierden el interés con facilidad.
- No saben afrontar los problemas y tienden a huir.
- No aceptan bien los cambios y tardan en adaptarse.
- Tienen baja autoestima.
- Se vuelven agresivos verbal y físicamente.
- Sienten ansiedad, fatiga e incluso pueden aparecer síntomas psicosomáticos.
Qué hacer para desarrollar alta tolerancia a la frustración
Es primordial enseñar a nuestros pequeños a tolerar la frustración cuanto antes en su desarrollo. Puede que, en un principio, nos haga sentir mal no cumplir con sus expectativas y verlos pasar un mal rato al negarles algo, pero es necesario para fortalecer su carácter. Peor lo pasarán más adelante cuando no sepan gestionar sus estados de ánimo o solucionar un problema de relevancia.
De madres y padres depende la educación en la alta tolerancia a la frustración. Veamos cómo:
- Procura no sobreproteger al niño. ¿Cómo? Enseñándole autonomía personal y responsabilidad.
- No cumplas sus deseos inmediatamente ni cedas ante las rabietas.
- Explícale la diferencia entre «necesidad» y «deseo», que no siempre se consigue lo que uno quiere, ni siempre se gana.
- Pon límites, no confundas permisividad con amor. A veces es necesario decir «No».
- Muestra firmeza. De nada sirve negar algo si, al cabo de un rato, lo va a conseguir de otra manera.
- Crea un ambiente de confianza en el que pueda hablar de cómo se siente.
- Ayúdale a identificar la frustración con ejemplos y háblale del autocontrol.
- Explícale que esas emociones son habituales, que no pasa nada por sentirse así de vez en cuando, y que debe aprender a manejarlas por sí mismo.
- Cuéntale que la vida está llena de altibajos de los que aprenderá y le ayudarán a crecer como persona.
- Edúcale en el esfuerzo y la constancia para obtener sus logros.
- Refuerza su autoestima cada vez que consiga superarse a sí mismo.
- Comparte juntos la lectura de cuentos y libros que tratan temas relacionados con la frustración y las emociones derivadas. Se verá reflejado en ellos y aprenderá a manejar las situaciones.