Libros con música

«Después del silencio, lo que más se acerca a expresar lo inexpresable es la música». —Aldous Huxley

La música es un arte fascinante: fue una de las primeras expresiones creativas de nuestra especie y atrae a todos los seres humanos por igual. El primer ritmo que nos atrapa son los latidos del corazón de mamá en el útero. Luego, está demostrado que es buena compañera de aprendizaje durante la infancia y una de las mejores amigas de la adolescencia. Aunque la música no tiene edad, es terapéutica para cualquiera y está asociada a la memoria, ya que somos capaces de rememorar momentos de nuestra vida al escuchar determinadas melodías.

6 beneficios de la música para niños y niñas

Escuchar y practicar música desde pequeñitos activa diversas áreas del cerebro necesarias para el crecimiento intelectual, y en consecuencia:

  • Refuerza la atención y la concentración a través de la melodía.
  • Estimula la creatividad y la imaginación.
  • Activa la memoria, sobre todo con canciones con letra, las cuales también favorecen las capacidades lingüísticas al ampliar vocabulario y ayudar con las construcciones gramaticales.
  • Desarrolla las habilidades motoras gracias al ritmo.
  • Promueve el pensamiento lógico y analítico, también a partir de los patrones rítmicos, necesarios para trabajar bien, por ejemplo, las matemáticas.
  • Aviva emociones y ayuda a mantener un estado de ánimo positivo.

 

¿Y qué significa la música para los jóvenes?

No hay duda, pues, de que la música es beneficiosa en el progreso cognitivo, intelectual, psicológico, creativo e, incluso, emocional de las personas. Lo mismo ocurre en la adolescencia, época de cambios y de dudas. Muy a menudo, la música se convierte en refugio para los jóvenes: a veces, para canalizar su mundo interior y huir de los problemas; otras, para sociabilizar con otros con gustos similares. Les ayuda a crear una identidad, así como lazos de amistad, a controlar sus estados de ánimo y a desinhibirse socialmente. Las letras funcionan como herramienta para aprender valores y, de paso, conocer idiomas nuevos o perfeccionar los ya conocidos.