Amabilidad

En un mundo cargado de obligaciones, prisas y egos, hay detalles en el día a día que no parecen nada, pero que importan mucho. Uno de ellos es la amabilidad con la que tratamos a los demás y los demás nos tratan a nosotros. Ser amable, como el resto de valores, se aprende. Por tanto, de familias y docentes depende educar desde pequeñitos en una conducta cordial hacia los demás. Ser amable implica ser respetuoso, cortés y atento en las relaciones entre personas. A fin de cuentas, a todos nos gusta tratar con gente agradable que da los buenos días y las gracias, ayuda en momentos de necesidad o que simplemente sonríe.

 

Pautas para educar niños amables

  • No nacemos amables, sino que necesitamos aprender este valor social como tantas otras cosas.
  • La amabilidad va de la mano de la empatía, esto es, ponerse en el lugar del otro y percibir su estado emocional. A partir de los 3 años de edad, los niños aprenden poco a poco a identificar sus emociones y las de los demás. Es el momento de fomentar comportamientos empáticos y también de mostrar la importancia de ser amables. Como siempre, la familia es el modelo a seguir.
  • Dar ejemplo es imprescindible: si el niño vive en un ambiente cordial donde los unos se preocupan de los otros y brilla el respeto, asimilará rápidamente que esa es la manera de tratar a la gente que le rodea, tanto dentro como fuera de casa.
  • Usa el diálogo para hacerle ver lo importante que es para ti que se comporte de manera considerada con otros. Cuando su comportamiento no sea adecuado, llama su atención y dile en qué se ha equivocado y cómo hacerlo mejor la próxima vez, por ejemplo, dar las gracias al recibir algo. No para hacerle sentir culpable, sino para ayudarle a mejorar como persona. Ser honestos, actuar tal y como predicamos serán nuestras mejores herramientas para educar.
  • Utiliza situaciones del día a día como ejemplo de lo que se considera ser amables y anímale a actuar así: saludar, agradecer, sonreír, ayudar, compartir, cuidar, acompañar, regalar...
  • El cine, el teatro y la literatura sirven también como modelos de lo que queremos potenciar o evitar en su educación. Podéis charlar sobre los personajes y sus acciones como patrón de conducta.

Nosotros te proponemos empezar hoy mismo con cualquiera de estas lecturas:

Cuentos amables