El Barco de Vapor

Leer el primer capítulo

Autor:
José Luis Serrano Sánchez, Daniel Nesquens
Ilustrador:
Luciano Lozano Raya
9,50 €

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De 10 a 12 años

Ismael acaba de descubrir que tiene un abuelo lleno de manías, que el perro Tarzán es el mejor encontrando cosas y que los calamares a la romana los inventaron los jesuitas por aquello de darle un poco de gracia a la comida en tiempo de vigilia. Pero todavía tiene que averiguar qué encierra el maletero del coche y por qué su padre lleva años sin ir a ver a los abuelos. Menos mal que tiene un largo verano por delante.

Daniel Nesquens fue Premio El Barco de Vapor 2011

Recursos didácticos

Puedes utilizar el siguiente material para trabajar este libro en el aula:

Opinión de los lectores

Opiniones incorrectas
«Habrá quien no le encuentre ciencia a un libro a partir de 10 años, pero yo me trasladé al pueblo de los abuelos de Ismael pese a contar con dos décadas más.
Su lectura es fácil, amena y muy ágil, debido al estilo cargado de humor de Daniel Nesquens y Pepe Serrano y a las frecuentes ilustraciones de Luciano Lozano. Porque puede parecer una tontería, pero cuanto más dibujos o fotos acompañen un texto, más agradable y completa es su lectura. Las ilustraciones son siempre una importante fuente de información.
Porque una es un tanto cotilla, y eso de que un libro contenga secretos de familia siempre ha estimulado mi curiosidad hasta límites insospechados.»

Te cuento que...

... Daniel Nesquens nació a finales del siglo pasado, cuando todo era más natural que ahora: las manzanas, los tomates, las lechu­gas...También los abuelos, y las abuelas. Los abuelos de Nesquens se llamaban Daniel, María, Antonio y Asun­ción. Si os dais cuenta, utilizo el tiempo pasado. El abuelo Daniel era fotógrafo, de los buenos. El abuelo Antonio, carpintero, de los buenos también. Ahora su nieto es es­critor, de los que escriben historias. Buenas, ¡eh! Como esta, que ha escrito junto a su abuelo, quiero decir, amigo Pepe Serrano.

... Pepe Serrano también nació. Y también tuvo cuatro abuelos, ni tres ni cinco. Aunque los suyos se llamaban Fidel, Ladis, Pedro y Alicia. Dos de ellos lucían barba frondosa y dos en abso­luto. Por eso ahora su nieto a veces se afeita y a veces no. Es cosa de herencia, como lo de no diferenciar bien algu­nos colores, la derecha de la izquierda, o un lémur de un lemming... Pero esto en su familia siempre ha sido algo normal, de lo más natural, como dice que era todo en el siglo pasado su amigo Daniel Nesquens.

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