Autor:
Begoña Ibarrola
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De 18 a 18 años
Desde hace algunos años, los neurólogos se están introduciendo en el mundo de la pedagogía intentando demostrar y convencer al profesorado de que el cerebro de sus alumnos, órgano responsable de su aprendizaje, debe ser estudiado y comprendido para garantizar una mejora en el proceso educativo.
El profesorado no suele tener acceso a este tipo de información sobre el funcionamiento cerebral de sus alumnos y tampoco conoce cómo utilizar recursos emocionantes que favorezcan un aprendizaje para toda la vida.
Por este motivo precisa tener conocimientos básicos sobre el mundo emocional, tanto el personal como el de sus aprendices, factores ambos que van a incidir con toda seguridad sobre su bienestar docente a la vez que le permitirán transformar sus estrategias educativas y optimizar el aprendizaje de los alumnos.
Ese es el objetivo fundamental de esta investigación, acercar al docente los descubrimientos más significativos de la neurociencia de una forma sencilla y práctica. Mientras los científicos son cautelosos al presentar sus descubrimientos sobre el cerebro, lo que ya han descubierto proporciona importantes innovaciones para las prácticas educativas. Por primera vez en la historia tenemos la oportunidad de comprender, cambiar y actuar desde la biología del aprendizaje en vez de seguir prácticas transmitidas, y asumidas como óptimas.
Es importante hacer una revisión de las prácticas que  solemos aplicar en el aula, y comprometernos nosotros mismos a dejar lo que es inefectivo o causa dolor emocional en los alumnos para incluir aquellas compatibles con la forma que tiene el cerebro de aprender y que permitan disfrutar del aprendizaje durante toda la vida.
El cerebro es el órgano del aprendizaje, es la materia con la que trabajas todos los días desde tu rol de maestro, educador, profesor. Sin embargo ha sido desde la década de los años 90, la llamada 'década del cerebro', cuando hemos podido acceder a conocimientos impresionantes sobre cómo trabaja y cómo aprende el cerebro, gracias al acceso a tecnologías innovadoras de neuroimagen, fruto de toda una revolución tecnológica y de miles de trabajos de investigación en todo el mundo.
Antes de esta revolución contemplábamos los resultados de nuestras estrategias pedagógicas, y, de acuerdo a sus resultados, las manteníamos, modificábamos o descartábamos. Sin embargo hoy podemos afirmar que, cuanto más sepas acerca del cerebro de tus alumnos y del tuyo propio, más éxito podrás tener en tus prácticas.
El desarrollo de las técnicas de escáner cerebral nos permite conocer cómo procesa el cerebro los conocimientos y cómo se comporta durante el proceso de aprendizaje. El potencial de estos avances, así como la investigación, cada día más extensa, sobre las emociones, permite a los docentes y a cualquier persona involucrada en los procesos de enseñanza-aprendizaje, mejorar su práctica educativa, a la vez que ayuda a que el alumnado se motive y aprenda mejor.

En estos últimos años también han aparecido investigaciones de la neurociencia que nos muestran la importancia de los procesos emocionales y su influencia sobre la atención y la memoria. En realidad, no podríamos hablar de aprendizaje en ausencia de memoria, de modo que este libro también se centrará en comprobar su relación y analizar cómo influyen las emociones en el proceso de fijación de los recuerdos, en la conducta de los alumnos y en su proceso de aprender y crecer como personas.

Existen determinadas emociones que favorecen los procesos de aprendizaje, así como hay otras que los dificultan; conocerlas puede ayudar a mejorar la práctica pedagógica y provocar en el alumnado una activación emocional encaminada a su automotivación, elemento fundamental en el aula, que además garantiza mejores rendimientos.
Y después de todo esto,
¿quieres divertirte con este libro?