Color morado traidor

... Patricia García-Rojo pasa la primera semana de agosto en Candeleda, en la casa de la familia de su marido. Allí mira las fotografías en blanco y negro de sus antepasados, borda debajo de la parra y se baña en la piscina (mientras que no se juega el campeonato de duelos veraniegos, claro). Al principio se moría de miedo si tenía que ir al baño de noche, por si se cruzaba con algún fantasma alien (siempre ha sido un poco cobardica). Ahora ya no se asusta en la gran casa familiar y disfruta preparando ensaladas de tomate a la sombra del naranjo, paseando por la sierra de Gredos y nadando en los charcos del río Arbillas. El misterio de las porras se le ocurrió en la mesa de piedra del patio, al ver la cara que se le quedó a la prima Pepa cuando descubrió que alguien se había comido su preciado desayuno. Supo que aquel era un caso perfecto para la Lupa.