Andres Guerrero, la primera mascota que tuvo fue un caballo de cartón, que acabó sus galopadas cuando se metió con él en una piscina: ninguno de los dos sabía nadar. Después llegó a su vida un perro vagabundo, pero con aires aristocráticos, y se hizo el rey de la casa.
Ahora tiene una perrita rubia y peluda que se llama Lúa y que en primavera persigue a las mariposas sin cazar jamás ninguna. También está Chinín, una gata negra con los ojos verdes que solo va a la casa a dormir y a comer. Es lo bueno de vivir en el campo: que hay mucho sitio fuera de la casa.
Andrés siempre soñó con una mascota como Puag, que pudiera convertirse en cualquier cosa. Por eso escribió este libro, y porque se lo pasa genial dibujando a Gustavo y a toda la pandilla. ¡Ah! Y si quieres saber un secreto, Andrés también está enamorado de Clarisse, pero nunca lo dice. Es muy vergonzoso.