Elisa Yuste es consultora especializada en Promoción y Fomento de la Lectura
La lectura en la infancia es una actividad que puede enfocarse de muy diversas formas. Lo importante es favorecer los encuentros positivos con la lectura. Así, el interés por esta práctica se irá consolidando para el desarrollo de un itinerario lector que, bien planteado, ayudará a que nuestros hijos sean lectores autónomos y críticos. Un aspecto fundamental en su desarrollo como personas.
En el fomento de la lectura entre los niños y jóvenes no hay fórmulas infalibles. Cada lector es un mundo. Y es importante adentrarse en él para encontrar las claves que nos ayuden a desarrollar su interés y su gusto por la lectura. Sin embargo, hay algunas propuestas que nos pueden ayudar:
Antes de nada, debemos disponer de…
1. Una lectura. Obvio, ¿no? El matiz es que no todo vale. Necesitamos propuestas adecuadas a nuestros chicos: a sus gustos e intereses, a sus capacidades como lectores. También es recomendable que haya variedad de obras: de tipologías de materiales, de géneros, sobre diferentes temas, en distintos soportes…
2. Un espacio para leer. Podemos leer en la cama, en el sofá, en el transporte público; tumbados, sentados, de pie…; en completo silencio o con música. Pero es recomendable identificar nuestros espacios favoritos para la lectura e incluso decorarlos de forma especial.
3. Muchas ganas de leer. Cuantas más, mejor. Y esta recomendación es básica e irrenunciable. Podemos tener más o menos libros, un sitio más o menos adecuado, que si estamos motivados, todo irá bien. Además, padres y madres tenemos un as en la manga que otros mediadores no siempre tienen: los afectos, que harán que, con una buena dosis de motivación, la experiencia resulte cuasi mágica.
Cuando ya tenemos allanado el terreno para la lectura es recomendable…
4. Buscar tiempos para la lectura a diario. La lectura con los niños se puede practicar en cualquier momento, en cualquier lugar. Con canciones, audiolibros y poesías en el coche; leyendo una receta de cocina juntos. Pero el ritmo del día a día puede dificultar que la lectura se convierta en un hábito. ¿Por qué no establecer alguna rutina? Diez minutos es suficiente para empezar.
5. Convertir el acto de lectura en algo especial. Hábito y rutina deben equilibrarse con aquello que hace de la práctica de la lectura algo sorprendente. Si no a diario, sí de vez en cuando: disfrazarnos, invitar a alguien que no suela acompañarnos…
6. Implicar a los chicos en la propuesta de lectura. Por regla general, es el adulto el se encarga de todo, sobre todo en las primeras edades. Pero es conveniente que vaya cediendo terreno al niño que poco a poco puede elegir alguna lectura, interactuar durante la narración, inventar juntos una historia o decidir el próximo plan de lectura familiar.
Dar a la lectura un papel importante en la vida familiar y…
7. Cuidar entre todos los materiales de lectura disponibles en nuestra biblioteca familiar y proponer, también entre todos, nuevas incorporaciones.
8. Compartir lecturas y visitar con cierta regularidad espacios vinculados a la lectura: bibliotecas, librerías… En ellos encontraremos lecturas y propuestas de actividades con las que enriquecer nuestras prácticas de lectura familiar.
9. Celebrar alguna de las conmemoraciones y actividades que se organizan en torno a ella: días y ferias del libro, etc. Los adultos somos un modelo de lectura para los niños y jóvenes. Es contagioso mostrar aprecio y entusiasmo por todo lo relacionado con el mundo de la lectura, igual que lo es leer delante de ellos.
«Bonus track»
10. Recompensar los logros lectores de la familia. Hay mil formas: ir al cine a ver una película basada en el libro que hayamos leído, redecorar el espacio de lectura familiar según nuestros gustos o lecturas, hacer un viaje en familia al escenario de una de nuestras historias favoritas…
Esperamos que estas recomendaciones de hoy, pero de siempre, os resulten de interés. La lectura es una práctica que podemos tener muy presente en nuestro día a día. Sus beneficios no sólo serán evidentes en los primeros años de escuela sino a lo largo de todo el aprendizaje vital de los chicos, y en todo su futuro.