Igualdad y sexismo

Iria Torres es editora de Literatura Infantil y Juvenil en SM

Existen muchos elementos en los libros que, de forma más o menos sutil, contribuyen a perpetuar el sexismo, los estereotipos de género y la desigualdad. Sin embargo, detectarlos no es una tarea fácil. Para ello, es fundamental adoptar una actitud crítica y aprender a leer con otros ojos, poniendo en cuestión los modelos femeninos y masculinos que se representan en la literatura.

A partir de los estudios de expertas en igualdad y LIJ, como María Antonia Moreno o Teresa Colomer, y guías de lectura como La mochila violeta proponemos una serie de preguntas para analizar el sesgo sexista en la literatura juvenil.

  • El lenguaje. ¿Se emplea por defecto y en exclusiva el masculino genérico en vez de términos que engloben a ambos sexos? ¿Los nombres, adjetivos o verbos asociados a cada género responden a un estereotipo (las mujeres limpian o cuidan, mientras que los hombres arreglan y dan soluciones; se habla de los ingenieros y no de las ingenieras, etc.)?
  • Los personajes. ¿Es desequilibrada la presencia de personajes masculinos / femeninos en cuanto a número y relevancia? Los personajes femeninos, ¿tienen entidad propia, “hacen cosas”, o solo sirven como apoyo de un personaje masculino? ¿Se trata de personajes complejos y verosímiles o se reducen a estereotipos de género?
  • Los roles de género. ¿Hombres y mujeres son caracterizados de la misma forma? ¿Se resalta más la apariencia de las mujeres que la de los hombres? Las chicas, ¿se asocian a rasgos tópicamente femeninos (debilidad, empatía, dependencia, pasividad, sentimentalidad…)? Los chicos, ¿se asocian a rasgos tópicamente masculinos (valentía, independencia, asertividad, agresividad, falta de empatía…)? Las tareas domésticas, ¿las desempeñan solo las mujeres? ¿La mujer se representa como un objeto sexual? La aventura ¿es solo cosa de chicos?
  • Los mensajes de la novela. La ficción no es inocente. A menudo, los libros incluyen implícitos sexistas que no pueden pasarnos desapercibidos. ¿Los personajes femeninos parecen más preocupados por cuidar su imagen que por cualquier otra actividad? ¿Utilizan su físico como arma principal para conseguir lo que desean? ¿El matrimonio o la maternidad son la aspiración última de las protagonistas?
  • La representación del amor. ¿Qué modelo afectivo-sexual se fomenta? ¿Se presenta el amor como un ideal romántico basado en el sacrificio, la sumisión, el sufrimiento, la posesión o la idealización extrema? ¿Cómo se trata la afectividad? ¿Se ofrecen distintos modelos de géneros y sexualidades?
  • Las ilustraciones y el diseño. El aspecto gráfico de un libro también está lleno de significados. ¿Cómo se retrata a los personajes? ¿Chicos y chicas se vinculan a colores y vestimentas estereotipadas? La cubierta, ¿muestra personajes, escenas, colores o tipografías que favorecen un sesgo sexista (“libros para chicas” frente a “libros para chicos”)?

La coeducación como llave para cambiar el mundo

La respuesta a estas preguntas no es unívoca: la realidad (y la literatura) es compleja, a veces incluso contradictoria. Ni existe un único modelo válido de feminidad o masculinidad ni la ausencia de personajes femeninos convierte per se una novela en sexista. Pero la cultura obedece a un contexto y las estadísticas ponen de manifiesto la brecha de género: más del 60% de la LIJ esté protagonizada solo por varones

¿Qué podemos hacer para combatir esta desigualdad? Padres, docentes, editores… tenemos la responsabilidad de fomentar el diálogo y la actitud crítica en el debate sobre el sexismo. La perspectiva de género nos permite interpretar y comprender la literatura juvenil desde nuevos ángulos, y potencia modelos que favorecen la visibilidad de las mujeres, otras masculinidades o la educación emocional. Como afirma Mª Antonia Moreno, «la coeducación (…) es una de las formas de luchar por una sociedad más justa y equitativa». Porque la literatura no solo representa nuestro mundo, sino que nos inspira para cambiarlo.

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