Lectores de emociones

Elizabeth Scott Blacud es Asesora Pedagógica de Literatura Infantil y Juvenil en SM.

La popularización del concepto inteligencia emocional y los últimos avances en neurociencia han logrado hacernos conscientes de la importancia de la gestión de las emociones en el desarrollo integral de las personas. En ese sentido, José María Toro, educador y escritor nos dice: «De qué sirve que un niño sepa colocar Neptuno en el Universo si no sabe dónde poner su tristeza o su rabia». Sin embargo, aún queda mucho camino por recorrer para que las destrezas emocionales ocupen un lugar privilegiado en las aulas.

Una gran aliada en este recorrido es la literatura: La ficción representa estados emocionales del mundo real con los que nos podemos identificar, de los que podemos aprender y sobre los que podemos reflexionar para actuar en nuestro propio beneficio. La literatura nos hace sentir y pensar con una distancia y un control (en cualquier momento podemos decidir abrir o cerrar un libro) que resultan imposibles con las emociones provocadas por el mundo real.

Más libros de emociones

 Asumiendo estas ideas y, sobre todo, el valor de los libros en la educación emocional, apuntamos algunos consejos para que ayudemos a niños y jóvenes a sacar partido de la experiencia lectora en relación con la gestión de emociones y logren, en consecuencia, vivir mejor:  

  • Lee haciendo énfasis en los sentimientos de los personajes: cuando leas en voz alta para tu niño o alumno, imita el llanto, el gesto de miedo o sube el tono de tu voz para ilustrar el enfado de los personajes… También puedes hacer un alto en la narración para aclararlos.
  • Comenta la lectura empezando por cuestiones fáciles y abiertas que permitan ahondar en la conversación: ¿Qué personaje te ha gustado más?, ¿con cuál te identificas?, ¿te ha pasado o has sentido algo parecido a lo que le sucede al protagonista? Recuerda que no hay ni temas cerrados ni respuestas correctas para estos interrogantes…
  • Habla del libro como se habla de una buena película y con un vocabulario emocional: comparte las escenas que más te han gustado, los personajes que te caen bien y los que no, los hechos y situaciones que te evoca, los conflictos emocionales que describe…
  • Escucha todo lo que el lector tiene que decir. Toda idea es válida y ofrece mucha información, no solo del grado de comprensión lectora que posee, sino también de su aptitud para identificar emociones y conflictos interpersonales.
  • Profundiza en las causas que provocaron situaciones problemáticas o dolorosas entre los personajes, en las consecuencias o posibles consecuencias de sus actos.
  • Busca conjuntamente con el lector soluciones alternativas a las que se ofrecen en el texto para resolver los problemas y gestionar las emociones, echando mano de ejemplos de la vida cotidiana.
  • Reconduce la conversación según las respuesta o intereses detectados. Un buen libro da lugar a discutir variedad de temas y situaciones personales sin necesidad de utilizar la primera persona: a través de los personajes y hechos de la historia.
  • Indaga, interésate y respeta las preferencias y gustos literarios de tu hijo o alumno. Te permitirá acercarte un poco más a su mundo interior, reforzar el vínculo afectivo y acertar a la hora de escoger temas de conversación o recomendarle alguna lectura.

Con los libros por aliados, es más fácil comprender y hablar con naturalidad y fluidez sobre los miedos, las penas o la felicidad propia y ajena; regular nuestros cambios de ánimo y nuestra respuesta ante los de los demás; gestionar los conflictos de nuestro día a día que, querámoslo o no, transcurre plagado de emociones.  

 

Begoña Ibarrola, licenciada en Psicología y terapeuta infantil, nos deja algunos apuntes sobre la gestión de las emociones a través de la literatura.