Todos los padres deseamos que nuestros hijos sean felices, pero a menudo no disponemos de las herramientas adecuadas para hacerlo. Incluso algunos pensarán que nadie puede enseñar a otro a ser feliz.
Sin embargo, sí existen algunas pautas que pueden ayudarnos a que nuestros hijos tengan un desarrollo emocional adecuado, clave para alcanzar la felicidad.
El bien de la humanidad debe consistir en que cada uno goce al máximo de la felicidad que pueda, sin disminuir la de los demás.
Aldous Huxley
Los padres tenemos en nuestras manos la posibilidad de educar de una manera difente, que promueva un crecimiento sano, feliz y equilibrado. Niños felices, contentos, con un buen desarrollo de su capacidad intelectual, y emocionalmente inteligentes, abiertos e integrados en la sociedad.
La pregunta es: ¿cómo podemos educar a nuestros hijos para que sean felices? Begoña Ibarrola, psicóloga, terapeuta infantil, educadora emocional y autora de importantes colecciones para niños y adultos recoge en el libro Cuentos para educar niños felices el siguiente decálogo.
Decálogo para educar niños felices
- Amor incondicional: Compartir tiempos y experiencias. Escucharle. Demostrarle nuestro cariño de la forma que mejor lo reciba. Que se sienta querido incondicionalmente por lo que es, no por lo que hace. Comunicación emocional abierta y sincera.
- Desarrollar su autoestima: Hacerle ver que es alguien único y especial. No compararle con nadie. Manifestar que se está orgulloso de él. Animarle a que sea él mismo y a valorarse. Elogiar sus acciones y actitudes positivas.
- Impulsar su autonomía: Permitirle que haga cada vez más cosas solo. Ayudarle a sentirse capaz. Impulsar sus iniciativas. Permitirle tomar pequeñas decisiones asumiendo las consecuencias. Comprender que muestre disconformidad en algún momento sin censurarle por ello.
- Desarrollar la confianza en sí mismo: Enseñarle a confiar en sí mismo. Ayudarle a que acepte los errores con naturalidad. Resaltar sus capacidades y las cosas que aprende. Animarle a hacer cosas nuevas y a enfrentarse a retos sin sobreprotegerle.
- Valorar el esfuerzo y la constancia: Valorar su esfuerzo en lograr algo, aunque no lo consiga. Mostrarle la satisfacción personal que conlleva, aunque no vaya unida al éxito. Enseñarle que no debe abandonar una tarea si no sale a la primera y animarle a persistir a pesar de las equivocaciones.
- Educar con honestidad y sinceridad: Favorecer un clima de sinceridad y honestidad en la convivencia. Hacerle ver las consecuencias de mentir. Enseñarle a aceptar las normas de los juegos. Premiar su sinceridad cuando confiesa una conducta inadecuada.
- Respetar su individualidad: Permitirle que sea él mismo, sin compararle con otros. Animarle a mostrar sus gustos y preferencias. Trato con él basado en el respeto mutuo. Apoyarle en sus intereses. Preguntarle y dejarle elegir en algunas ocasiones. Respetar la discrepancia.
- Saber poner límites y normas: Marcar límites y normas claros. Ser constantes y coherentes en su aplicación. Hacerle ver las consecuencias de cumplir o incumplir las normas. Adaptarlas a su edad, nivel de madurez y responsabilidad. Permitir su enfado ante ellas.
- Aportar seguridad: Hacer que se sienta seguro en el entorno familiar. Ayudarle a que se sienta protegido por el adulto. Enseñarle a pedir ayuda cuando la necesite. Que sepa con seguridad qué le permitimos y qué no. Ofrecerle apoyo y consuelo.
- Educar en paz y tranquilidad: Favorecer un entorno de paz y armonía. Tratar de resolver los problemas en un clima de serenidad. Evitar las tensiones y utilizar el diálogo. Enseñarle a relajarse y a entrar en calma, sin agobiarle con demasiadas actividades. Utilizar el humor.