
Castillos que se levantan tras abrir la cubierta; casas, árboles, barcos o escenarios plegados que se yerguen, personajes que cobran vida con el paso de las páginas... En muchos casos los libros pop-up son verdaderas obras de arte e ingeniería que a veces incorporan hologramas, luces y sonido y que captan inmediatamente la atención de quien lo sostiene en la mano, sea niño o adulto.
Aparte de su indudable valor creativo, los libros pop-up son una excelente llave para iniciar a los más pequeños en el amor a los libros y a la lectura.
Características y tipos de libros pop-ups
El material principal de fabricación siempre es el papel, aunque en ocasiones se incluyan otros elementos como tela, celofán, goma, cordones u otros. La autoría de un libro pop-up puede correr a cargo de un escritor, un ilustrador o un ingeniero del papel.
Un libro pop-up ha de contar con tres características primordiales:
- La transformación de imágenes, es decir, una ilustración oculta debe suceder a otra.
- El movimiento por el que personajes, escenarios u objetos ilustrados cobran vida mediante animación.
- El arte de la tridimensionalidad que da profundidad y efecto de relieve a la escena que se presenta.
Básicamente, la creación de un libro pop-up consiste en el dibujo y coloreado, el troquelado del papel con mano experta y su ensamblaje posterior siguiendo unos pasos concretos. Los hay destinados a niños, a adolescentes y también a mayores, puesto que los temas son muy variados. Desde cuentos de hadas hasta libros de conocimiento científico o de historia, por poner un par de ejemplos.
La magia de la ingeniería del papel
Los pop-up se clasifican según los mecanismos que incluyen para conseguir los efectos de transformación, movimiento y profundidad. Aquí tienes algunos de los muchos tipos que existen:
- Libro con solapas: una pieza plana, normalmente de cartón duro, que al levantarse o desdoblarse deja a la vista una ilustración oculta.
- Libro con lengüetas: la historia narrada y las ilustraciones varían al tirar, deslizar o empujar diversas lengüetas de papel o tela.
- Libro túnel o peep-show: compuesto por dos tapas de cartón en cada extremo que, al abrirlas, el papel del interior se extiende en forma de acordeón dando un particular aspecto de profundidad. Al mirar a través de él, las páginas troqueladas se ven en formato tridimensional.
- Libro carrusel: las tapas del libro se abren hasta 360º, dándole aspecto de estrella o de tiovivo. Las ilustraciones y textos aparecen sobre el eje que forman los cantos del libro.
- Libro tridimensional: el libro, plano mientras está cerrado, guarda en su interior una figura eréctil, que cobra vida al abrirlo. Puede aparecer un castillo, un dragón, un barco, una ciudad, un monstruo...
- Libro de imágenes transformables: que pueden ser circulares, horizontales o verticales. En el primer caso funciona mediante discos ilustrados que al moverlos disuelven una imagen en otra. En los otros dos tipos, suele usarse una lengüeta para deslizar las imágenes.
- Libro ruleta: compuesto por discos giratorios que, al moverlos, una página de paso a la siguiente.
- Libro de imágenes combinadas: cada página está dividida o cortada en varias secciones, de modo que, al pasar de página se pueden combinar las imágenes mezclando las divisiones. Por ejemplo, cabello, ojos, nariz y boca que componen rostros distintos.
- Libro escenario: al pasar cada página se forma un escenario o teatrillo por capas, con diferentes decorados, personajes y situaciones ilustradas.
Libros en pop-up
Historia de los pop-up
El primer libro de estas características se remonta a la Edad Media, a 1306. Se trataba de una obra de astrología. El filósofo y poeta mallorquín Ramón Llull usó por aquel entonces un volvelle o disco giratorio de papel para explicar una de sus teorías, una técnica bastante popular hasta el siglo XVI.
Durante centurias los libros móviles se utilizaron en el ámbito científico y no fue hasta el siglo XVIII, con el nacimiento de la literatura infantil, cuando se enfocaron a los niños como medio de entretenimiento. El siglo XIX fue una época de esplendor para este tipo de libros, gracias a varias casas editoriales británicas y estadounidenses que rivalizaron en diseños y técnicas cada vez más exquisitas, destinados a ser regalos de lujo para niños y niñas de familias pudientes.
Las crisis bélicas y económicas de las primeras décadas del siglo XX abarataron los precios, aunque no se dejaron de fabricar y perfeccionar, tanto en Europa como en Norteamérica. Precisamente, parece que la denominación «pop-up» tuvo su origen en la editorial neoyorquina Blue Ribbon por aquel entonces.
A partir de la década de los sesenta se perdió interés en ellos y hubo un bajón en la demanda, aunque desde los años noventa, gracias a creadores como Robert Sabuda, Matthew Reinhart, David A. Carter, Jan Pienkowski, Chuck Murphy o David Pelham, los libros pop-up sedujeron de nuevo al público y se han convertido tanto en una de las variedades infantiles más solicitadas como en material de interés para adultos por su valor artístico.